
¿Qué clase de hombres y de mujeres debemos ser, como Santos de los Últimos Días, teniendo en cuenta este maravilloso conocimiento que poseemos, concretamente, que Dios vive, que Jesús es el Cristo, que José Smith es un profeta de Dios? Debemos ser las personas más honradas, las más virtuosas, las más caritativas, las mejores personas que haya sobre la faz de la tierra. No olvidemos la responsabilidad que tenemos de ser leales al Señor y de servirle, y tengamos presente que no es posible servir al Señor en forma aceptable si no servimos a nuestros semejantes7. Rogamos de todo corazón a todos los miembros de la Iglesia que amen a sus hermanos y hermanas, lo mismo que a todas las personas sean quienes sean y estén donde estén; que desarraiguen el odio de sus almas, que llenen su corazón de caridad, de paciencia, de longanimidad y de perdón. El Evangelio de Cristo es un Evangelio de amor y de paz, de paciencia y longanimidad, de tolerancia y perdón, de bondad y obras buenas, de caridad y de amor fraternal. La codicia, la avaricia, la ambición maligna, las ansias de poder y de ejercer injusto dominio sobre nuestros semejantes no pueden tener lugar en el corazón de los Santos de los Últimos Días ni en el de las personas temerosas de Dios de cualquier parte